Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas del Rio, fueron dos personajes de la Revolución Mexicana. Hoy te contamos una particular e interesante historia de estos dos ex-presidentes.
Los últimos años de la Revolución Mexicana.
Para iniciar, tenemos que entender el contexto que atravesaba nuestro país. Hace casi un siglo atrás, México experimentaba los primeros años de somera tranquilidad, después de una turbulenta guerra civil entre los caudillos revolucionarios.
Ya hacían algunos años de la promulgación de la Constitución de 1917. Carranza era asesinado mientras todavía era presidente. Le seguía en la presidencia Obregón, y posteriormente Plutarco Elías Calles, de 1924 a 1928.
Obregón era nuevamente electo ganador de las votaciones de 1928. Sin embargo, su asesinato en medio de la Guerra Cristera, imposibilitaba su reelección.
Calles y Obregón eran aliados militares y políticos. A la vacancia de la silla presidencial, lo pensado era que Calles prolongara su mandato, hasta elegir a un nuevo presidente.
Sin embargo, Calles elegiría a Emilio Portes Gil, como el nuevo presidente provisional. Y así, los siguientes presidentes; Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez, fueron también impuestos, por el autonombrado «Jefe Máximo de la Revolución».
A este periodo se le conoce como el «Maximato». Donde los presidentes eran el rostro pero quién dirigía la política del país, de facto, era Plutarco Elías Calles. Tres presidentes, de 1928 a 1934, fueron impuestos y manejados.
El siguiente en la lista, elegido también por Calles, fue Lázaro Cárdenas del Rio. Sin embargo, sus planes fueron abruptamente acabados con su exilio en 1936.
¿Aliados o Enemigos?
El abrupto exilio de Calles, fue tomado por sorpresa por gran parte de la gente. Más por la relación, que existió entre Calles y Cárdenas.
Los dos habían participado en la Revolución Mexicana, con historias, algo similares. Militares y posteriormente gobernadores estatales.

La cercanía de Calles con Obregón, habían logrado que Calles fuera el revolucionario más influyente, a la muerte de Obregón. Con la creación del PNR (Partido Nacional Revolucionario), Calles se convertía también en la figura política más importante.
Calles, que conocía a Cárdenas, apoyo su carrera política; llegando a ser el presidente del PNR. Al finalizar el periodo de Abelardo Rodríguez, la idea de que Cárdenas ocupara la silla presidencial era lo más prudente.
En estos tiempos de presidencialismo, era bien sabido que el presidente en turno, además de sus funciones constitucionales, tenía el poder de elegir a su siguiente sucesor.
Pero como se dijo anteriormente, Calles era quién en realidad gobernaba al país. Por lo tanto, concluimos que Calles eligió a Cárdenas como el próximo presidente. Esto esta sustentado, en que gran parte del gabinete de Cárdenas eran allegados a Calles.
Ahora, Cárdenas tenía una difícil elección. Seguir el status quo del Maximato; o romper las reglas del juego. Para estos momentos, la situación política del país era complicada, las constantes criticas a los «títeres de Calles» eran frecuentes. Para dificultar más las cosas, Cárdenas tenía un gabinete impuesto por Calles.
La opción que eligió fue la más arriesgada. Como única alternativa para evitar un mayor conflicto, incluso armado; decidió enviar al exilio al «Jefe Máximo de la Revolución», junto a sus más fuertes aliados. Además, invitó a renunciar del gabinete, a los aliados de Calles.
Pero no fue fácil, ahora Cárdenas tenía la difícil tarea de evitar un conflicto entre la clase política – militar. De esta manera, fortaleció a otros sectores de la población, como el obrero y el campesino. Con esto, aseguro su estadía y la relativa tranquilidad del país.
¿La traición o reivindicación de Cárdenas?
Tomando en cuenta lo anterior; para algunos, este episodio de la historia, puede ser tomado en cuenta como una traición de Cárdenas a Calles. Gracias a este último, Cárdenas pudo acceder a la presidencia.
Sin embargo, también hay que tomar en cuenta la situación que buscaba Calles. Podemos pensar que en un acto de dignidad y libertad, Cárdenas tomó la decisión de exiliarlo.
Como dato, justo un año antes del exilio de Calles, hubo un curioso hecho. En 1935, existió un breve altercado dentro del PNR y del poder legislativo. La idea de una división entre los partidarios trajo una serie de declaraciones por parte de Calles.
Los comentarios no fueron del agrado de Cárdenas, a lo que emitió algunas declaraciones. En este momento de suspenso, por las posibles repercusiones, como un levantamiento por parte de los fieles callistas; apareció el diputado José Gómez Esparza.
Este hombre, sirvió como un intermediario entre Calles y Cárdenas. Primero se entrevistó con Cárdenas, con el objetivo de calmar las discrepancias que pudieran existir con los otros legisladores. Sin embargo, en su diligencia, fue presionado y convencido de visitar al propio Calles en Cuernavaca. Lo que no estaba en sus planes, ni en los de Cárdenas.
A su llegada con Calles, fue bien recibido y conversó con él. La intención de Esparza, fue servir como un posible mediador, con el único objetivo de no desatar un mayor problema entre los revolucionarios.

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Calles se mostró muy amable, e incluso hizo la propuesta de una entrevista con el propio Cárdenas. Recalcó la relación amistosa que tuvo con el ahora presidente, y dio el encargo a Esparza de notificarle si podría llevarse a cabo la reunión.
Al regreso a la CDMX, el diputado se reunió en Los Pinos con Cárdenas para ofrecerle la propuesta de una reunión con «El Jefe Máximo de la Revolución». A lo que de forma discreta, se rehusó.
Tiempo después, Esparza se reunió nuevamente con Calles, solo para notificarle la negativa. Calles, de una manera tranquila le agradeció su intervención y se despidió. Su expulsión del país, que ocurriría exactamente un año después, era para ese momento, algo imposible de imaginar.
Ahora cabe preguntarse lo que pudo ocurrir si esa reunión hubiera sido concretada. Tal vez un pacto de respecto mutuo. O por el contrario, desde ese momento, la idea del exilio ya rondaba por la cabeza del entonces presidente.