¿Creerías que un asesino serial fue aplaudido y vitoreado por la Cámara de Diputados? ¿Broma o historia real?
Pues aunque no lo creas, ocurrió y puede ser clasificado como uno de los sucesos más sorprendentes y lamentables de nuestra historia contemporánea.
Es esta ocasión, te contamos la historia del primer asesino serial mexicano, y que podría también ser catalogado como el primer feminicida serial del país: Gregorio «Goyo» Cárdenas Hernández, mejor conocido como el «Estrangulador de Tacuba».
Sin embargo, lo que más resalta de esta historia, es que para el gobierno de aquel entonces, Gregorio se convirtió en una persona respetable y honorable. Pero, ¿Cómo sucedió esto?
El «Estrangulador de Tacuba», el primer asesino serial mexicano.
Esta historia se remonta a los mediados del siglo XX en la Ciudad de México. Gregorio Cárdenas de 26 años, estudiante de Química y becado de PEMEX, era acusado de matar a por lo menos a 4 mujeres. Sus nombres: Berta Reyes de 16 años, Raquel Martínez de 14 años, Rosa Reyes de 16 años y Graciela Arias de 19 años.

Sus asesinatos perpetrados en menos de un mes, le dieron el título del «Estrangulador de Tacuba», por la forma en que asesinó a sus victimas, a quienes enterró en el patio de su casa, ubicada en la calle Mar del Norte muy cerca de la actual estación del Metro Tacuba. Además, fue considerado como el Primer Asesino Serial de México.
«Goyo» Cárdenas fue atrapado poco tiempo después de asesinar a su última víctima, quién era una compañera de la escuela, de la quien estaba obsesionado. Se dice que su padre era un abogado, lo cual facilitó, la investigación al ser reportada como desaparecida, siendo vista por última vez con Gregorio.

Fue entonces que policías acudieron a la casa de Tacuba, donde descubrieron en el patio los restos mal enterrados de Graciela y las otras víctimas. Así, Goyo fue detenido y encarcelado, primeramente en el Hospital Psiquiátrico de la Castañeda, después en la Penitenciaria de Lecumberri y en los últimos años, en el Reclusorio Oriente.
En aquel año de 1942, México acababa de entrar oficialmente a la Segunda Guerra Mundial.
En un principio, se pensó que Goyo tenía algún trastorno psicológico, lo cuál no se comprobó. Lejos de eso, el tiempo que paso recluido le sirvió para estudiar leyes, pintar, leer poesía y escribir varios libros. Conocido y respetado, Gregorio era ya toda una celebridad en Lecumberri y en México.
Se dice que durante su estancia, mujeres iban a visitarlo. Incluso, con una de ellas se volvió a casar teniendo 5 hijos. Ella era su segunda esposa, pues de la primera se divorció tiempo antes de los asesinatos. La razón fue que ella lo engaño.
En una entrevista al Universal su segunda esposa, Gerarda Valdés de Cárdenas, comentó que algunas de las pinturas de Goyo fueron exhibidas en el Palacio de los Deportes y el Hotel Camino Real.
También se comentaba que «Goyito», como le decían, litigó los casos de algunos presos para que pudieran obtener su libertad.
Mientras tanto, del otro lado de los barrotes, el suceso además de conmocionar a la sociedad en principio, fue objeto de inspiración para películas, radionovelas y obras de teatro.
Se dice que la pena máxima para estar recluido en Lecumberri era de 20 años; Goyo estuvo ahí 29 años. O que de haber existido la pena capital, Gregorio la hubiese obtenido.
El Perdón de Echeverría.
Sin embargo, lo sorprendente, y tal vez más indignante, es que Gregorio fue indultado el 8 de septiembre de 1976, por el entonces Presidente Luis Echeverría Álvarez. Es decir, Echeverría, justo meses antes de terminar su mandato, le concedió el perdón presidencial al «Estrangulador de Tacuba», absolviéndolo de sus delitos.

Si esto no fuera poco, el entonces Secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia invitó a Cárdenas a la Cámara de Diputados. Ese día, el primer asesino serial de México fue ovacionado y aplaudido por los Diputados, como un ejemplo de corrección y reintegración a la sociedad, y prueba de la eficacia del sistema penitenciario. Lo cual es una completa mentira hasta la fecha.
Por un momento, se les olvidó que aquel hombre era responsable del homicidio de 4 mujeres, la mayoría menores de edad. También se debe mencionar que la investigación inició hasta el asesinato de la última victima. La desaparición de las primeras tres, dedicadas a la prostitución, nunca fue foco de atención por parte de las autoridades.
Fuera de prisión a la edad de 62 años, estudió Derecho en la UNAM para convertirse en un abogado, hasta su muerte en 1999 en Estados Unidos.
A los ojos de hoy, este es un capitulo oscuro de la historia de México que no debe ser olvidado. Por un lado, creemos que es posible el arrepentimiento y la reinserción social de los ex-convictos. Pero, en ningún momento puede ser objeto de ovación y reconocimiento por parte de un puñado de «representantes del pueblo», más cuando a las victimas no se les rindió algún homenaje.
Muchas cosas han cambiado; hoy sería tipificado como un feminicida condenado a cadena perpetua y el costo político de su indulto sería inmenso, incomparable con la indignación de la sociedad. Misma sociedad que padece una ola de violencia contra la mujer alarmante.
Como se dijo anteriormente, la historia del «Estrangulador de Tacuba» ha servido de inspiración para productores y cineastas. Incluso, se dice que Gregorio al salir de la cárcel, demandó por derechos de autor a uno de los productores que utilizaban su historia en una obra de teatro.
Quizá, la película más reciente sobre esta historia es la del director José Buil, en colaboración con el Instituto Mexicano para la Cinematografía y el Fondo Nacional Para la Cultura y las Artes; llamada «Los Crímenes del Mar del Norte», del 2017, vista más como un homenaje a las víctimas.
En la actualidad, el lugar donde pasaron estos crímenes atroces sigue existiendo. La casa permanece en abandonó y tal vez sean sus últimos suspiros antes de ser demolida por el aumento de desarrollos inmobiliarios de la zona.
Curiosamente, muy cerca de lugar, a unas cuantas calles se encuentra lo que fue la Escuela Nacional de Ciencias Químicas, en la que estudiaba Gregorio y Graciela; y que hoy forma parte de la Facultad de Química de la UNAM.
